Sería un placer.-Respondí, antes de reírme. Nick se rió conmigo y nos encaminamos a la plaza.
Relata Joe
La casa por dentro era muy linda. Cuando entramos, me fijé en esa persona, esa a la que Sofía llamaba "Lalita", o como sea. Se veía simpática y amable. Era de baja estatura, mas o menos. Parecía de 50 años, con el cabello rizado, corto, y muy morena.
-¿Quien es ella?-Le susurré a Sofía, a riesgo de quedar como descortés.
-Mi abuelita. Yo le digo "Lalita".
-¿Por que?
-Larga historia. Después te cuento.-Dijo, y luego murmuró algo como: "Si salgo viva de esto..."
La seguimos hasta la cocina. Estaba oscura. La única luz provenía de unas pequeñas ventanas en la
pared, muy arriba. Cuando ya estábamos adentro, cerró la puerta y se volteó hacia nosotros.
-Sofía, cuéntamelo todo.
-¿Qué?
-Pues, explícame que hace él aquí.-Dijo, apuntándome. Su expresión ya era más severa.
-Bueno, yo...-Comenzó, sin saber como seguir.
-¡Ya!-Gritó, más alterada.
-¡Ok, Ok! ¡El Domingo, en el concierto, me lo encontré, junto a sus hermanos, conversamos, nos hicimos amigos, y hoy día nos llamó su hermano Nick a la Cata, la Cami y a mí para que los ayudaramos a salir del hotel donde estaban porque un montón de fanáticas los perseguían y su representante los quiere matar para quedarse con su dinero, y nos persiguieron, y casi nos chocaron y ahora nos estamos escondiendo los seis por nuestras vidas!-Terminó, exhausta y sin aire.
Su lalita cayó sentada en una silla que estaba detrás de ella, impactada, mirándola a ella, y luego a mí. Se tomó unos segundos para calmarse y pensar. De un momento a otro, sin explicación, se
levantó y nos abrazó a ámbos. Era extraño, pero parecía un buen indicio.
-Lo lamento. No te había entendido.
-No importa. Gracias por comprender.
Así nos quedamos los tres, un buen rato. De pronto, ya les tenía mucho afecto a las dos. Se notaba que se querían mucho.
-Bueno, y... ¿Comieron ya?-Nos preguntó la lalita, al mismo tiempo que nos soltaba
-Si.
-Entonces acompañenme. Yo todavía no almuerzo. Sofía, Joe, explíquenme bien el asunto suyo, que apenas lo entendí.
-Bueno, ya.-Le respondió Sofía.-Estábamos yo, la Cami y la Cata en el concierto el Sábado, y...
Relata Nick
El trayecto hacia la plaza fue muy divertido. Junto a Camila corrimos, jugamos, a veces jugaba a atraparla, pero eso no era muy divertido, porque Camila se dejaba ganar... O quizás era muy lenta.
En fin, llegamos a la plaza y nos sentamos en unos columpios entre risas, y después de haber corrido-Prácticamente-una maratón completa.
-Me vas a matar de una falta de insulina si sigues así.-Dije, como chiste irónico.
-Ni siquiera lo pienses.-Su rostro se oscureció de un momento a otro.
-Tranquila, sólo es una broma.
-Pero, aún así, no me hagas pensar en eso. De alguna forma, ahora yo soy responsable de lo que pueda pasarnos a ámbos. Me sentiría... Culpable. Si te pasara algo.
Vi en sus ojos una expresión muy... ¿Cómo decirlo? Pensativa. Y un poco triste. Seguramente recordaba lo del auto. La rodeé con mi brazo y sonrió.
-No te preocupes por eso.-Le susurré al oído.-Estamos juntos en esto. Nos cuidaremos el uno al otro. ¿Está bien?
-Si.-Dijo, antes de lanzar una de sus risas tímidas. Me hizo reír a mí.
-Además, lo de la insulina no funciona así. Tendrías que quitarme el Omnipod primero.-Apunté al pequeño dispositivo en el bolsillo de mi camisa.
-Jamás haría eso.
-Tienes razón. Eso es cosa de Joe.
-¿Joe te ha hecho eso?
-No. Pero no dudo que lo haría.-Dije, y luego le susurré.-No le des la idea.
Risas de nuevo.
-Ok. Será nuestro secreto.
Vino un momento de silencio. Era increíble, todo el cariño que había llegado a tomarle a Camila. Ella era muy simpática y tierna. Además, había arriesgado mucho por mí y mis hermanos, como Catalina y Sofía. No tenía la menos idea de cómo iba a devolverle todos los favores que me estaba haciendo.
-Oye, a propósito de Joe,-Eso interrumpió mis pensamientos.-¿Cómo crees que la estén pasando Joe y Sofía?
-No lo sé.
-Yo tampoco, pero no creo que volvamos a verlos con vida.
-¿Por qué?-Lo que dijo fue extraño.
-¿Acaso no oiste a su mamá en el almuerzo? Estaba furiosa.
Claro. El almuerzo.
-Ah, si. Pero, ¿Y eso no te sorprende a tí?-Parecía que hablaba de eso con total normalidad.
-Claro que sí. Aunque no me sorprende de ella. Su mamá es muy sobreprotectora. Además, no confía mucho en Sofía.
-¿Por qué? Es su hija. Debe confiar en ella.
-Me temo que Sofía no piensa como tú o yo. Mantiene dos perfiles diferentes. Como dos caras o dos vidas. Una para su familia, y otra para el resto del mundo. Y no le dice nada a su mamá de su "otra vida". Ella lo prefiere así.
-¿Y tú?
-¿Yo?-Eso la tomó por sorpresa.-Bueno... Yo... No puedo decir que les diga todo, pero tampoco les oculto tanto como Sofía. No se, soy...
-Neutra.-Dijimos al unísono, antes de empezar a reír. Otra vez.
De repente, entre las risas y todas las "confesiones", me fijé bien en ella. En sus ojos cafés. Parecía que algo debía estar ocultándome. Pero no me molestaba. Al contrario, era fascinante. Eso la hacía... Diferente. Especial. No lo sé con exactitud. Solo sé que era como un sueño. La hacía bella.
Sé que estaba sonriendo. Estoy seguro. Lo sabía por cómo sentía cada una de las facciones de mi rostro. Aunque esa reacción fuera totalmente inconsciente, yo deseaba sonreír. Y no quería que acabara nunca. Quería quedarme ahí, el resto de mi vida, sentado en ese columpio de madera, al lado de ella. Por toda la eternidad. Eso me hubiera hecho muy feliz.
Muy feliz.
El sonido de una bocina interrumpió mi "pensamiento". La hermana de Camila acababa de llegar. Entonces me dí cuenta de la estupidez que estábamos haciendo. La estaba poniendo en peligro a ella y a mí. En cualquier momento podrían haber aparecido mi representante y sus hombres. O peor, podría haberme reconocido alguien.
Subimos, tratando de mantener la mayor discreción posible, pero, a diferencia de lo que habíamos esperado, Natalia no partió ni parecía tener pensado siquiera hacerlo. Se volteó desde su asiento para poder vernos fijamente a Camila y a mí. Entonces vimos su expresión seria.
-¿Que pasa?-Pregunté, despues de un corto pero incómodo silencio.
-Camila, tengo que decirte algo importante.
-¿Qué?-Preguntó ella.
-El papá y la tía Vero se fueron de vacaciones a Mendoza sin avisar.
Camila estaba desconcertada.
-Pero... Es que... ¿Cómo pasó esto?
-Bueno, hubo una oferta dos por uno de una aerolínea y no lo pensaron dos veces. Tomaron todo y se marcharon.
-Pero, te vas a quedar con nos...
-No, lo siento. Me acaban de aceptar en mi trabajo. Me exijen puntualidad, y no puedo pasarme todos los días a verte. Además, el Nico está de vacaciones con su polola. No tengo idea qué voy a hacer contigo.
No entendía quien era el Nico, ni la tía Vero, ni que era exáctamente "polola", pero entendía lo fundamental.
-Yo... Puedo quedarme con ella si quieres.
Las palabras me salieron juntas de la boca. Quizás fuera una idea tonta, pero lo intentaría al menos.
-¿Tú?
-Sí.
-¿Y sabes cómo hacerlo?-Camila parecía morir con mi sugerencia.
-Tú tranquila.-Dije, poniendo una mano sobre la suya. Sentí que me estremecía al tocarla.-Creo que podría manejarlo.
-Pero son dos semanas. ¿Estás seguro?
-Completamente.
De reojo, me fijé en la expresión de Camila. Estaba atónita.
-Bueno, si tú quieres... ¿Camila, estás de acuerdo?
-S... S... Si.
Relata Camila
"Analizemos. ¿Nick Jonas es el que se acaba de ofrecer a "cuidarme" en mi casa? Es increíble. Primero, tengo que alojarlo en mi casa, y ahora, él "toma el control". ¿Que querrá? Y si... No. Es imposible. ¿O no? Además de la forma en que me quedó mirando en... ¡Camila, no pienses tonterías! Aunque también era tonto pensar que podría conocer a Nick Jonas, y ya lo conocí, y se queda en mi casa, y... Quizás... Esté... Enamorado de mí...
Al menos tengo estas dos semanas para averiguarlo..."
10.4.09
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