-¿Los hallaste?
-No. Huyeron.
-Dios, esto es mi culpa. Jamás debí haberte dicho eso. Yo...
Un zumbido en el bolsillo de Danielle le hizo cosquillas y la distrajo de la conversación.
-Un segundo ¿Aló?
-Hola.-Dijo una voz femenina al otro lado del teléfono.
-Eh... Hola?-Preguntó, poniendo en práctica sus clases de español.
-Oye, sé que no sabes quien soy, pero tengo algo importante que decirte.
-¿Pero quién eres?
-¿Estás con alguien más?
-S... Sí.
-¿Con quién?
-Con... Eh...
-Que no escuche. Es sobre Kevin.
Danielle se apartó obedientemente de Ferguson y se encerró en un baño.
-Listo.
-Muy bien, te lo explicaré todo. Me llamo Catalina, y sé exactamente dónde está él.
-¿En verdad?-Dijo, emocionada.-¡Dime dónde está!
-¡No grites! Esto no lo puede saber nadie. Está conmigo.
-¿Contigo? ¿Lo secuestraste, o qué?
-No, él está aqui bajo su propia voluntad. Se está escondiendo.
-¿De quién?
-De ese tipo llamado Ferguson, su representante.
De pronto, todo el rompecabezas se armó en la mente de Danielle. Las preguntas, la escapada, el repentino interés de Ferguson en encontrarlos, todo tenía sentido. Todo eso apuntaba sólo a una horrible posibilidad.
-Dónde... Está... Kevin.
-Escucha, si te digo dónde estamos no nos encontrarás. Sé que tú no eres de aquí. Además, Kevin me habló de ti, y me contó lo del otro día.
-La pelea.
-Sí. Te voy a enviar mi dirección por mensaje para que vengas. No dejes que Ferguson se entere. Y Kevin tampoco debe saberlo.
Eran ya las siete de la tarde cuando Danielle llegó a la casa de Catalina, extrañada y muy confundida. Discretamente, llamó a la puerta, para encontrarse con una gran sorpresa esperándola.
-¡Ah, que bueno que llegaste! Pasa.
-Oye, tú eres...
-Catalina. Mucho gusto.
-Pensé que eras un poco...
-¿Mayor? No, sólo tengo trece.
-¿Y Kevin?
-Está adentro, en mi habitación. Esto tiene que ser rápido. Tú... Entras, y conversas sobre el tema con Kevin. Luego te explicamos todo, y después...
-Oye, ¿Por qué haces esto?
-Es que Kevin es mi amigo y se ve que está mal, y yo no quiero verlo así, sufriendo, y por eso te llamé, porque él está pésimo, y en verdad...
-¿Él está... ¿Sufriendo? ¿Por mí?
-Sí.
Danielle sintió que todo el mundo le caía encima cuando escuchó eso. Realmente, lo que más temía era hacerle un daño que luego no pudiera reparar. Y ahí estaba él, sintiéndose como que le hubieran sacado el corazón con un sacacorchos. Eso era más de lo que Danielle podía soportar.
-No puedo creer, todo el daño que le hice.-Dijo, antes de caer sentada en el sillón, llorando.
-Danielle...
-¿Danielle?
-¿Kevin?
En silencio, Kevin había aparecido de la nada.
-¿Oíste todo?
-Sí.
Se sentó a su lado y la abrazó.
-Perdóname, Kevin.
-No, es mi culpa. Debí escucharte, y no lo hice. Lo siento.
Catalina se había vuelto una simple espectadora de esa escena que ya parecía de película.
-Bueno... Todo esto es muy lindo, pero creo que ya es hora de explicar.
-Entonces parto preguntando.-Comenzó Kevin.-¿Cómo llegaste aquí?
-Gracias a esta jovencita, que por cierto, aún no me ha dicho cómo consiguió mi teléfono.
-Eh...
-Cata, dinos.-Dijo Kevin.
-Eh... Yo...
-¡Cata!
-¡Ya, ya! Lo saqué de tu celular. ¿Feliz?
Kevin miró sonriente a Danielle, y luego a Catalina.
-Claro.-Dijo, riendo y tirando del brazo a Catalina para que se sentara entre ellos.-Pero la próxima vez avísame antes.
-Pero si te decía te ibas a negar, y todo mi plan se habría ido por un agujero.
-Eh, no es por ser descortés, pero yo tengo unas preguntas que hacer tambien.-Interrumpió Danielle.
-¿Como cuántas preguntas?
-Muchas.
Kevin y Catalina intercambiaron miradas de complicidad.
-Muy bien, pregunta.
-Primero: ¿Cómo se conocieron?
-Larga historia.
-Los escucho.
-Bueno, en el concierto del otro día.
-¿Cual, el del Sábado o el del Domingo?
-Ambos.
-Nick perdió su celular entre un montón de gente el día Sábado.
-Y mi mejor amiga Camila lo encontró botado en el piso.
-Llamamos para ver quién lo tenía...
-...Y Camila contestó.
-Ella y Nick dejaron pactado que se encontrarían al día siguiente para que se lo devolviera.
-Pero yo y mi otra mejor amiga, Sofía, nos colamos en el Backstage.
-Exácto.
-Tuvimos problemas con los guardias, y la Cami nos salvó.
-Entraron a nuestro camarín...
-...Y ahi lo conocí.
Pasaron unos segundos antes de que Danielle asimilara por completo la confusa situación que le estaban presentando.
-Claro...-Dijo ella, asintiendo.
A Kevin y Catalina se les escapó una risa inevitable y ruidosa.
-Sí, es muy complicado.
-Ustedes tenían razón. Es una larga historia. Pero, Kevin, y entonces, ¿Qué haces aquí?
-Eso...
-Espera.-Murmuró Catalina.
Le tapó la boca e hizo un gesto, indicando que escucharan. El silencio de la casa pronto fue roto por un auto que pasaba por la calle.
-Es solo un auto.-Indicó Kevin.
-¡No, no es solo un auto!-Le contestó Catalina.
-¿Entonces?
-¡Se acaba de estacionar enfrente de la casa! ¿Y si es Ferguson?
-Oh, no. ¡Me siguió hasta aquí!-Gritó Danielle
-¡Tienen que esconderse!
Los tres se levantaron y Catalina los empujó a su habitación.
-Escuchen, si algo pasa, cierren la puerta con pestillo, y salgan por la ventana. Yo les aviso si pueden salir.
-Está bien.
Cerró la puerta y se dirigió a la entrada para revisar al inesperado visitante.
-¿Mamá?
-Oh, hola hija. ¿Podrías venir a ayudarme? Hoy pasé al supermercado y necesito bajar las cosas del auto.
-Sí, claro. Sólo... Espera un segundo.
Corrió a su habitación a sacar a Kevin y a Danielle. Al abrir la puerta, los encontró viendo televisión, sentados en el borde de la cama.
-No hay problema. Es mi mamá.
-Entonces, vamos a conocerla.
-Eh...
-Hija, ¿Qué haces? Dijiste que sólo ibas a...
Su madre estaba en la puerta. Al ver a Danielle y Kevin, soltó uno de esos gritos que rompen ventanas
-¿Q... ¿Quienes son ellos?
-¡Tranquilizate! ¡Mamá, solo son amigos míos! Son Kevin Jonas y Danielle Delesea.
Kevin y Danielle la saludaron aguantandose la risa.
-Hola.
-Hola.
-H... Hola.-Tartamudeó, y luego dijo con una dulce voz.-Catalina, ¿Podrías venir un segundo?
-Sí, claro.
Cuando ámbas salieron, explotaron las risas en la habitación. Catalina las escuchó molesta.
-¿Desde cuándo tienes amigos de veinte...
-Veintiuno. Tienen veintiuno.
-¡No me importa cuantos años tengan! ¡Explícame!
-¡Pero si te lo conté ayer, después del concierto! ¿No lo recuerdas?
Desde la habitación, Kevin y Danielle luchaban por seguir aguantándo las risas.
-¡Y ustedes dos callense!-Les gritó ella.
-Bueno, si ya me lo habias dicho, eh... Perdón, hija.
-No importa.
La abrazó.
-Chicos, ¿Salsa de carne, o blanca?
-¡De carne!-Respondieron Kevin, Danielle y Catalina, al unísono.
Pasaron unos minutos para que la madre de Catalina llegara con una flamante olla de fideos con salsa de carne y cuatro platos, uno para cada uno.
-Kevin,-Dijo mientras servía.-¿Como cuánto tiempo necesitas quedarte?
-No lo sé. Supongo que hasta el Viernes.
-¿Y tú, Danielle? ¿Dónde te vas a quedar?
-En el hotel. Necesito averiguar más sobre Ferguson.
-Vaya lío en el que se metieron, chicos.
-Sí.
-Horrible.
-¿Y? ¿Qué opinan? ¿Les gustan?-Preguntó la madre, apuntando a los fideos.
-Esta delicioso.
-Yeah, digo, ¡Si! - respondió Danielle, con su español de principiante.
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