8.12.09
Continuación Capítulo 13: Apenas Empezando
Relata Nick
-Cony, prométeme que no le darás eso a Ferguson- apunté a la cámara.
-Lo prometo, de verdad- Dijo con una expresión sincera- Lo menos que quiero es causar problemas… sobre todo ahora que te conozco - compartimos risas.
No podía creer que desde casi agarrarla y molestarla a que apagara la cámara… llegáramos a llevarnos bien.
-Nick…
-¿si?
-¿Quieres tomarte un helado conmigo? Yo invito – Dijo animosa – sería un honor comprarle un helado a Nick Jonas.
Reí.
-Soy igual que tú, una persona nada más.
-¿Una persona nada más? ¿Eso te consideras? – Dijo algo molesta – crees que cualquier persona normal tiene millones de fans, tú eres una estrella adolescente – Dijo mientras miraba una escotada polera – Nick – Dijo mirándome a través del reflejo de la vitrina donde había mas ropa.
-¿Que ocurre?
-Mejor vamos a comprar los helados antes que me gaste el dinero en ropa – Dijo mientras tomaba su billetera y contaba cuanto dinero le quedaba
-OK, vamos
Llegamos a una heladería donde en la vitrina no habían helados, habían de todo tipo de frutas, habían rojas, moradas, amarillas, blancas, rosadas…, con pepas, lisas, y muy pequeñas. Atrás habían unas extrañas maquinas con una palanca y luego alguien atendió a Cony.
-¿Como quieres tu helado?
-El mío normal de cono grande bañado en chocolate y de frutilla por favor – dijo Cony y luego se dirigió a mí - ¿Cómo quieres tu helado Nick?
-¿Eh de qué sabor hay? , no veo los helados
-No, acá no los hacen de esa manera, tú eliges la fruta, luego le puedes agregar chocolate, yogurt, con azúcar o manjar y después te dan el helado con el cono que tú elijas.
-OK, entonces pido uno de... ¿Qué fruta es esa?- Dije indicando una extraña fruta amarilla.
-Se llama Lúcuma, te la recomiendo es exquisita
-Que extraño nombre - trate de pronunciarlo pero se me trababa la lengua.
-Nick, ¿eliges Lúcuma o no? Estamos tardando mucho y armamos una larga fila atrás- Dijo nerviosa.
-Sí, Lúcuma, la probaré que tal es.
-¿Lo quieres bañado en chocolate?
-No, gracias.
-OK- me dijo y luego dirigiéndose a la chica que nos atendía.
-Uno igual pero sin bañado de chocolate y de Lúcuma por favor.
Nos entregaron los helados y nos fuimos. Ví que algunas personas me miraban molestas, Probablemente por mi vergonzosa tardía. De repente mi celular comenzó a vibrar. Era Camila.
“¿Dónde estás? Tenemos que juntarnos con Catalina ahora”
- Oh no…
-¿Qué pasa?
- Tengo un pequeño compromiso…
- Con Camila, ¿cierto?- su alto conocimiento de mi vida me asombraba.
- Pues, sí. Espero que me comprendas.
-Lo entiendo. Nos vemos- me tocó el hombro cuando me di la vuelta – No le diré nada a Ferguson.- sonreí.
-Gracias. Adiós.
Me dirigí a la primera puerta que logré ver. Pero luego me vi perdido y recurrí a Camila. La llamé.
-¿Aló, Nick?
- Si
-¿Dónde estás?
- No lo sé estoy afuera de una clínica pero no sé donde ir.
- Espérame en la salida trasera. ¿Sabes donde esta?
-Creo que es donde estoy
- OK, Si te pierdes o pasa cualquier cosa me llamas.
-OK, adiós.
- Adiós.
Quería seguir escuchando ese dulce timbre de voz, pero todo ahora tiene que ser rápido ya que cualquier cosa podría pasar si demoro más del tiempo necesario. Me senté en una pileta que estaba en la salida a esperarla mientras veía el agua caer y disfrutaba de mi helado.
Relata Catalina
- Nick nos esta esperando- Dijo Camila al ver su celular.
-¿Dónde?
- En la pileta que está afuera del mall- luego nos interrumpió el inspector avisando el fin de clases, apenas terminó todos salieron como estampida a la puerta de salida y solo quedamos Camila y yo.
- Cata, es hora de que nos vayamos
- Espera un momento- Dije mientras tomaba una botella de bebida que estaba media llena.
-¿Que haces?
-¿Qué crees? Estoy metiendo una botella de 2Lts en mi mochila- Dije con un tono burlesco.
-¡Pero no es tuya!
- Lo sé, pero se va a desperdiciar aquí, además si la vida te da limones ¡Has limonada!
- Bueno, has lo que quieras pero ¡Nos tenemos que ir ya!
-¡Ya!, por fin la metí.
- Vamos, vamos, ¡VAMOS! – partió corriendo hacia la salida y yo a la siga de ella.
- Camila
- ¿Que ocurre?
- Siento que se me olvida algo.
-¡Ah! No bromees, no se te quedo nada.
- Talvez tengas razón, siempre tengo la sensación de que se me olvida algo, es la costumbre - seguimos corriendo hasta por fin salir del colegio.
-¡Camila detente, me canso!
- Bueno caminemos - Cuando me calmé gracias a que ya por fin descansaba logré ordenar mi mente haciendo que me detuviera quedándome inmóvil.
-¡Oh no!
- Que ocurre ahora- Dijo algo frustrada.
-¡Ya sé que se me olvido!
-¿¡QUE!?
-¡Mi chaqueta!- corrí inmediatamente hacia la entrada del colegio. Camila caminaba detrás con una frustración tan grande que casi ocupo mi fuerza y continúo mi camino. De ella solo se escuchaba:
-¡Por Dios Catalina! Eres una descuidada, nunca ordenas nada, ¡Nada de nada!- bla bla bla.
-¡Ya cállate! No hay vuelta atrás. Nick estará bien.
-¿Bien?, ¿Bien?; El pobre está perdido en el otro lado del mundo, lejos de su hogar… ¿y tu me dices que estará bien?
- Listo, aquí esta ¿Ahora puedes calmarte?- Dije recogiendo la pobre chaqueta que estaba en el piso.
Nos devolvimos. Cuando llegamos al mall pudimos divisar su particular cabellera.
-¡Nick! – Camila se volvió loca y lo abrazó.
- ¿Qué haces aquí, Nick? – Dije.
- Pues, Nick me vino a dejar y un tipo nos sacó una foto y bueno, Nick … - Camila Volteó hacia él - ¿Luego que hiciste? ¿Lo atrapaste?
- Si, aunque no era lo que esperaba
- ¿Por qué? – Dije.
- Primero que nada, es una chica. Segundo, Ferguson le pagó para fotografiarnos. Y Tercero, Nos a seguido desde que nos escapamos del Hotel. Pero luego Fue muy agradable y me prometió no mostrar las fot…
- Nick, ¿Estás Loco? – Dijo Camila con tono celoso
- ¿Por qué?
- ¡No puedo creer que le creas a alguien que estaba a punto de delatarnos!
- Oye, si la conocieras talvez sabrías de lo que hablas
- Claro, ¡Tu que tanto la conoces! – Esto no se veía bien.
- Chicos, paren. No es necesario esto. ¿Por qué Mejor no nos vamos? Kevin debe estar solo esperándonos.
Camila y Nick no se hablaron en todo el camino a casa. Yo traté de calmar las cosas pero no logre nada. Esto no era raro de Camila. Cuando pelea con alguien no le habla después días, meses. Pero esto era ridículo.
- Ya llegamos. Nick, esta es la casa de mi abuela. – Dije mientras abría la reja – Ahora entraremos, hablaré con mi abuela y nos iremos a mi casa.
Nick miraba cada detalle de la casa. Creo que le agrado mi gata. Camila, sin ninguna palabra.
- Lela, ya nos vamos. – Hablé hacia la cocina dirigiéndome a mi Abuela.
Relata Nick
- Bueno, esta es mi casa
Al entrar observe que todas las paredes tenían espejos. Me pregunto como sería un terremoto en esa casa.
- ¡Hola Chicos! – Kevin apareció de la habitación con el letrero “Catalina”
- Hola Kevin , no te he visto desde…
- ¿El Viernes pasado?
- Sí, no puedo creer que todo esto a pasado en unos cuántos días.
- Bueno, Vamos a mi pieza. – Dijo Cata. Kevin y Cata se dirigieron a la habitación.
Relata Catalina
Todos íbamos camino a mi habitación hasta que Camila detuvo a Nick.
- Nick …. – Dijo Camila algo cohibida.
- ¿Sí? – Nick volteó hacia ella.
- Me quería disculpar, de lo de antes. Estaba Celosa – Dijo cabizbaja.
- No te preocupes, yo también fuí un poco rudo. – Dijo Sonriéndole a Camila Mientras yo y Kevin estábamos detrás de mi puerta.
Tomé la iniciativa y me acerqué.
- Chicos, Por favor – Dije tocando un hombro de cada uno - ¡Ambos saben que se gustan!
Camila se sonrojó como un Tomate. Nick no se quedaba atrás.
Relata Kevin
- Veamos que podemos averiguar de Chris Ferguson – Dijo Cata, entrando al internet.- Interesante… según Wikipedia es un representante respetado…bla bla bla bla.
- Espera – Dijo Camila apuntando la pantalla – Mira.
“ Ferguson ha tenido un par de escándalos en su carrera. En 1997 demandó a la actriz ….. por 10,000 dolares a causa de incumplimiento de contrato.La demanda la ganó el 2 de Julio de 2001 tras 4 años de juicio.”
- Entonces podemos sacar la conclusión de que el no es nuevo en esto – Dedujo Nick.
- ¿Qué podemos hacer? Ahora estamos en la mira. – Dijo Cata preocupada.
- Lo importante es que nuestros padres no sepan nada. Debemos mantenernos lo más alejados de Ferguson. – Dije.
- Tienes Razón – Dijo Camila – Lo que nos queda hacer es mantenerlos a ustedes el más tiempo posible en casa.
- Pues, estamos en una casa. Ya que no podemos hacer nada más… ¿Por qué no nos divertimos? – Sugerí
Nos fuimos a el living. Sacamos unas cuantas cosas del armario de Catalina. Recordé tener una cámara de video en mi maleta. Prendimos la radio y comenzamos a grabar e inventar movimientos raros.
- Mira has así, mueve ese brazo – Catalina me enseñaba un movimiento que había inventado.
- No se lo que estamos haciendo
- Yo tampoco – Respondió entre risas.
Relata Camila
Por fin - después de varios días de frustración – hemos podido dejar de pensar en otra cosa que no sean problemas. Por fin de Vacaciones. ¡Por fin podremos disfrutar con los Jonas Brothers!
Todo era entre risas hasta que sonó un teléfono celular
- ¿Aló? – Dijo Cata, que estaba frente a mí. – Ah Hola, si… oh… si … Adiós
- ¿Qué ocurre? – Pregunté
- Era Juli ¿Te acuerdas de ella?
- ¡Oh Sí! Esa Juli…
- Bueno, recuerdas que ella me visitaría… - Me paralizé
- ¡No! Ahora recuerdo – Dije moviéndome el cabello hacia atrás
- ¿Qué, Que Sucede? – Dijo Nick preocupado
- Juli es una amiga de Argentina con la que hablo por internet. Y viene a visitarme hoy , acaba de aterrizar su avión. – Explicó Cata-
- ¡¿Viene Para Acá?! – Kevin se desesperó - ¿Qué hacemos?
- No lo sé, tendremos que ocultarlos o algo. Sólo vendrá un rato y después regresará a su hotel.
- Pues, primero tendremos que ordenar esto – Dijo Nick, mirando el piso.
Ordenamos lo más rápido que pudimos. Ocultamos todo lo que pudiera dar alguna sospecha que los Jonas Brothers estuvieran en el lugar. Cuando Juli llegó Yo y Cata estábamos pensando en lo que haríamos.
- Entonces llega, hablamos y listo. – Dije repasando.
Sonó el Timbre.
- Es ella – Catalina fue hasta la reja a darle la bienvenida.
Escuché una voz que decía “¡Cata!” . Era Juli. Me dirigí hacia el baño para ver si los chicos se encontraban bien.
- Hola Juli – Dije Sonriendo - ¿Cómo estuvo tu vuelo?
- Agotador. Seremos países vecinos pero tenemos una gran cordillera entre medio
Conversamos un poco en el living antes de que fuera al baño.
- Chicos ¿Están Bien?
- Sí, ¿Cuánto más se demorarán? – Dijo Kevin.
- No lo sé , pero aguanten.
Cuando me dirigía donde las chicas escuché un sonido de un vidrio que venía desde el baño. La expresión de Catalina me hizo devolverme a revisar
- Eh… Creo que volveré
- ¿Algún problema? – Dijo Juli
- No, nada, No pasa Nada.
Volví al baño.
- ¿Qué Cayó? – Dije murmurando
- Un shampoo - ¿Qué?
- Por favor, quédense quietos
Volví a Mi Asiento.
Relata Nick
Ya habían pasado algunos 20 minutos y aún se escuchaban las voces de las chicas hablando de…. Cosas de chicas. Kevin y Yo no teníamos nada que hacer.
- ¿Qué es esto? – Dijo Kevin sacando una botella de un estante
- Kevin, es Acetona. Un quita esmalte.
- Sí, yo ya lo sabía
- Si, claro – Dije irónico.
- Ya pueden salir – La voz de Camila apareció detrás de la puerta.
16.9.09
Dia mundial de la Diabetes
JONATICAS: Queremos que se unan a nuestra campaña que trata de lo siguiente:Queremos lograr que el dia 16 de septiembre (cumple de nick) sea nombrado el “DIA MUNDIAL DE LA DIABETES”AYUDEN NOS…1) Para empezar todas las JONATICAS el dia dia de cumple de nick NO debes comer azucar o algo que lo contega!!2) Suban esto a sus metroflog para que sea algo masivo. Y si es posible, a sus faceboock, hi5,metroflogs,twitter, ect…3) Pasenlo a la cantidad de personas que puedan…
“AYUDENNOS A PODER HACER ESTO POSIBLE”
23.7.09
¡Felices 6 Meses!
14.7.09
Capitulo 15 : Confesiones de medianoche
Relata Joe
Desperté en la penumbra, completamente lúcido y con un vacío en el estómago, que gruñía incesante por comida. Me acerqué a la ventana y corrí la cortina para ver que la luna brillaba en su punto más alto. La intensa luz nocturna alumbraba las paredes y hacía resplandecer todas las cosas en la habitación en que estaba.
Eran demasiadas cosas en qué pensar como para dormirme. Dos días antes, todo era perfectamente normal. Un día antes, aquello que creía confiable se había desmoronado. Y sólo ocho horas antes, ya tenía alguien más en quien confiar.
Sofía dormía apaciblemente en la habitación del lado. Estábamos en la casa de sus padres, y no tenía la menor idea de porqué. Pero no importaba. No mientras ambos estuviéramos a salvo.
Traté de volver a dormir, pero al tenderme en mi cama, el vacío retumbó y me aplastó, incitándome a bajar a la cocina con una... ¿Vocecita?:
-"Joooseph..."
-¿Sí?
-"Joooseph, baaaja a la cociiinaaa."
-Pero...
-"¡Te dicen que bajes! ¡Ahora!"
Muy extraño. Pero, efectivo.
-Si tú lo dices...
Me levanté en silencio y me dirigí a la puerta a tientas, buscando el pomo.
La escalera crujía bajo mi peso, aún cuando trataba de ser lo más silencioso posible para no despertar a nadie. La madera era helada, aunque la noche fuera más calurosa de lo que estaba acostumbrado. Doce escalones hasta el piso de baldosa. Eso era todo. De todas formas, tardé una eternidad en bajar.
Muchas cosas habían pasado durante la tarde. Para empezar, después de la tarde que pasé traspasando historias con Sofía, tuve la desafortunada suerte de conocer, de improvisto, a sus padres. Fue algo así:
-"Joe, tengo malas noticias."-Gritó desde la habitación de sus padres.
-"¿Cuáles?"
-"Mis padres acaban de llegar y están entrando a la casa en este momento. Apaga todo y prepárate para la guillotina."
-"¿Por qué? ¿Pero cómo...?"
-"¡¿Qué es todo este desastre?! ¡Sofía!"
"Reza por mí" leí en sus labios.
Y bajó con una expresión en el rostro de condenada a muerte que no se resigna al final. No esperaba regresar con vida.
Agudicé el oído, tratando de escuchar algo. De nada sirvió. Sólo oí un portazo y un montón de frases ininteligibles. Luego, silencio.
Pasé un minuto de expectación y tortura esperando que Sofía subiera y dijera "Todo está bien", lo que nunca pasó. Incluso llegué a pensar que lo de la guillotina era cierto. De repente, una voz que nunca había oído, una voz femenina muy parecida a la de mi amiga, pero más adulta, me llamó dulcemente. Bajé con la cabeza encogida y los ojos cerrados, creyendo que ahora era mi turno de morir.
-"¿Ves lo que te digo?"-Dijo... ¿Sofía?
"¡¿Sigue viva?!" Pensé.
-"Oh, por dios, es cierto."-Murmuró la voz de mujer.
-"¿Joe...? Jonas?"-Preguntó otra voz, esta vez de hombre.
Abrí sólo un ojo, para percatarme de toda la gente que había frente a mí. Tres rostros, entre ellos uno ya conocido.
-"Mamá... Papá... Joe."
Su madre se le parecía mucho. Su padre igual. Era una mezcla de los dos. Ambos estaban anonadados con mi presencia, mientras que ella sonreía nerviosa, como yo.
Me conocían por el fanatismo excesivo de su hija, como me explicaron más tarde exactamente con esas palabras. Habían discutido el asunto susurrando, para asustarme por todo el silencio. En ese momento quise ahorcar a Sofía con mis propias manos, ya que la idea había sido suya. Todo estaba arreglado.”
Me estremecí al pisar las heladas baldosas descalzo, pero no me detuve hasta llegar a la puerta de la cocina, donde una luz se filtraba por la rendija de abajo. Abrí con cuidado y asomé la cabeza, muy nervioso.
-¿Hola?-Pregunté asustado.- ¿Hay alguien ahí?
-¡Joe!
-¿Sofía?
Ahí estaba ella, en la puerta del refrigerador, llena de crema alrededor de su boca.
-¿Qué haces despierto aún?-Me interrogó.
-Supongo que lo mismo que tú. Lindo bigote.-Dije, apuntando a mi boca para avisarle dónde estaba.
Se limpió inmediatamente, avergonzada. Oímos un ruido, como un gruñido doble.
-Fui yo.-Se disculpó, sujetando su estómago.
-Y yo.-Confesé, coronando la graciosa escena.
No pudimos evitar reírnos. Todo era muy confuso y cómico. En la oscuridad, nuestra risa mezclada con el hambre nos hacían olvidar la discreción que se suponía debíamos tener.
Sofía me acalló se inmediato.
-Recuerda que mis padres están durmiendo arriba.-Susurró.
Me indicó que cerrara la puerta. Después, abrió el refrigerador. La sensación térmica pasó inmediatamente del calor veraniego de la noche a una agradable atmósfera tibia. Un aroma achocolatado atrajo mi atención a unos trozos de brownie dentro del refrigerador. Me abalancé sobre ellos; o lo habría hecho, si Sofía no se hubiera interpuesto entre el refrigerador y yo.
-¡Joe!-Me reprendió.-¡Hay que tener cuidado de que no se note que sacamos algo!
-¡Pero tengo hambre!-Yo me quejé.
-¡Yo también, pero no por eso te vas a zampar toda la comida del mes!
Había dado en el clavo. En ese momento, con todo eso ahí a mi alcance y la molestia del vacío estomacal, me sentía capaz de comerlo todo.
-¿Y entonces qué haremos?
-Te enseñaré un sencillo truco para que no se den cuenta. Yo lo llamo "Picoteo Inteligente"
-¿Y eso qué es?
-Bueno, buscas por la cocina cosas que te gusten, y sacas de a poco, o sacas comida que ya no haga falta. Comes mucho, variado, y al día siguiente todo sigue tan normal que ni Sherlock Holmes se daría cuenta de que falta algo.
Hablaba como una experta.
-Guau, eso es tener práctica.-La halagué.
-Sí, lo hago a menudo. Ahora, manos a la obra.
Siguiendo su técnica, nos tomó un par de minutos elegir las cosas y las cantidades exactas, y terminamos subiendo a su habitación con una bolsa mediana de supermercado llena de un surtido de galletas, chocolates, y, por qué no admitirlo, también dos trozos del brownie del refrigerador, uno para ella y otro para mí. Descargamos todo en su escritorio, y con el mayor sigilo posible, traje una pesada mesa de plástico y metal de la habitación de al lado. Sofía volvió a bajar y trajo dos botellas, una de Coca Cola, y otra de agua, dos latas y queso.
-No creo que esto sea realmente un "picoteo".-Bromeó al llegar. Se sentó en la cama y acercó la mesa.
-Sí, es cierto.-Admití. Pasé las cosas a la mesa, y me senté a los pies de la cama.
Abrimos una bolsa de malvaviscos que Sofía trajo diciendo: "Eran para el colegio, pero ahora que ya terminó, a mi mamá no le importará que lo comamos." Ella tomó su teléfono y encendió una pequeña linterna incorporada al aparato para iluminarnos.
-Es lo único interesante de mi celular.-Dijo, adivinando mi interés en el accesorio.
-Y...-Comencé, buscando un tema de conversación.-¿Qué crees que suceda después de...? Ya sabes, toda esa tontería de Ferguson y la estafa.
-No tengo idea-Respondió, hurgando en un cajón de su mesita de noche. Sacó un objeto rectangular, de color rosa, y lo conectó a unos parlantes.-, pero creo que Nick tiene un plan.
-Sí, yo también lo creo.
-¿Te gusta Magnificent?
-¿De U2? ¡Es excelente! ¿La tienes?
-¡Claro!
-¿Y Use Somebody, de Kings of Leon?
-También. ¿La escuchamos?
-...Off in the night...-Cantaba ella.
-...While you live it up...-Cantaba yo.
-...I'm off to sleep...-Cantaba de nuevo ella.
Debo reconocer que hacíamos un buen dueto. Habíamos escuchado Magnificent, Use Somebody, un par de canciones chilenas como Morir De Amor, Dulce y Nada Nuevo Bajo El Sol, y de nuevo Use Somebody. Teníamos gustos parecidos, tanto en música como en comida. Devoramos los malvaviscos y el chocolate, peleamos por las gomitas de dulce, y ambos rechazamos las galletas con mermelada, aunque eso fue sólo por su influencia.
-¿La oímos de nuevo?-Pregunté cuando terminó.
-Joe, sería la tercera vez.
-¿Y qué? Estamos solos.
Lo pensó unos segundos.
-Cierto.
Y la colocó de nuevo.
-Oye, Joe...
-¿Qué?
-Yo quería...
Dejó la frase en el aire, retractándose.
-¿Qué ibas a preguntar?
-Nada, no importa.
-Sofía...
-No, en serio. No dije nada.
-Claro que sí.
-No.-Discutió.
-Sí.
-No.
-No.-Dije esta vez.
-Sí.
-¡Caíste! Ahora desembucha.
-¡Me engañaste!
-Pero la incauta fuiste tú.
Abrió la boca para contestar, pero no dijo nada.
-Te odio.-Me susurró.
-Qué lástima. Me estabas cayendo tan bien...-Dije con ironía, para enfadarla.
Me dirigió una mirada cargada de rabia.
-Y, si no me equivoco-Seguí.-, yo gané. Habla.
Dejó caer su cabeza en la almohada, y se cubrió con las sábanas hasta la frente. Escuché un no ahogado por ahí, obviamente dirigido a mí. No le presté atención y seguí insistiendo.
-Vamos, dilo.
-No.
-Tienes que hacerlo.
-¿Por qué, ah?
Muy bien, hacer que hablara era un caso perdido. Traté de cambiar el tema.
-Explícame qué hago durmiendo en esta casa. Se suponía que iba a quedarme en la casa de tú…
-Lalita.
-Eso. ¿Qué hago aquí?
Salió de su escondite y se volvió a incorporar en la cama, preparándose para una larga explicación.
-¿Sabes-Comenzó, apuntando a la pared que separaba su habitación de la de al lado.-, de quién es la habitación en que duermes?
-No.
-De mi hermanita menor, Francisca.
-¿Tienes una hermana?
-Sí.
-¿Y por qué aún no la he visto?
-Larga historia.
-Pareciera que toda tu vida fuera una larga historia. No dejas de decirlo.
Sofía trató de ignorar el chiste, pero se rió por lo bajo.
-Es muy confuso. Cuando llegamos de la casa de Camila ayer, no la viste porque mi mamá la había llevado al doctor, y luego la trajo directamente aquí. En seguida fue por
mí a la otra casa. Tú te quedaste ahí.
-Entiendo.
-Al día siguiente, o sea, hoy, me llevó a clases y fue con mi hermana a tomarse unos exámenes que faltaban. Entonces, cuando ya habían terminado, mi lalita te trajo aquí y fue por ella a la clínica. La llevó a su casa y ahora sigue ahí. Está usando la habitación en que dormiste ayer, y por eso estás aquí y aún no la has visto.
-Guau. Qué lío.
-Lo sé.
-Otra de esas “largas historias”, y creo que me harás explotar la cabeza.
El comentario dibujó una sonrisa en la cara de Sofía.
-Sí, siempre hay enredos así.
Luego de eso vino un largo e incómodo silencio, solamente interrumpido por la música. A los segundos, Sofía emitió un ruido de grillo que me hizo desternillarme de risa.
-Odio este tipo de silencio.-Dijo.
-Sí, siento que no tengo nada que decir. También lo odio.
Ese silencio se volvió reflexivo, y dejó de desagradarnos más. Eché un vistazo rápido a la habitación. Ahí, bajo su ventana, un instrumento me llamó inmediatamente la atención.
-¿Tocas la guitarra?
Relata Sofía
-¿Qué?
-Que si tocas la guitarra. Hay una ahí, bajo la ventana.
-No. Yo no puedo tocar la guitarra.
-Claro que puedes.
-Te digo que no.
-¿Por qué yo puedo y tú no?
-No lo sé, sólo... Sólo lo sé, ¿Bien?
-Dame tu mano.
-¿Qué?
Sin aviso previo, tomó mi mano entre sus dedos como una ráfaga y la examinó exhaustivamente.
-Veamos... Dedos largos y delgados...
Siguió con mis yemas.
-Suaves y delicadas.
Me miraba como un caso perdido.
-Quizás tengas razón, Sofía. Se ve muy mal.
-¿En verdad?-Pregunté abatida.
Joe se rió de mi reacción.
-Claro que no. Al contrario, hay potencial.
-¿Ahora sí en verdad?
Él asintió.
-Aunque te sea difícil al principio, no hay nada que no se arregle con unas buenas lecciones, y mucha paciencia.
-Eso me falta.
-¿Lecciones?
-Y paciencia.
Mi comentario lo hizo sonreír.
-¿Tocas algún otro instrumento?
-Un poco de teclado.
-¿Hace cuanto?
-Hace casi un año. Mi primer teclado lo recibí en Navidad, pero no es muy bueno, así que pedí uno mejor para este año.
-¿Y la guitarra de dónde la sacaste?
-Es de mi lalita. Cuando se cambió de casa la dejó aquí, y yo la tengo ahora.
Bajé la cabeza un instante para indicarle que ya no quería más preguntas.
-¿Por qué no habías tomado clases? Tienes los instrumentos y las ganas.-Me increpó susurrante, convenciéndome de que no entendía mi indirecta.
-¿Quieres que sea sincera?
-Lo apreciaría bastante.-Respondió asintiendo.
-No quería que mi mamá se enterara de que quiero aprender a tocar.
-¿Pero por qué?
Callé.
-¿No confías en ella?-Preguntó, acercando su cara a la mía.
Negué con la cabeza.
-¿Por qué?
Al contrario de lo que cualquier persona en su sano juicio haría, yo sonreí.
Relata Joe
-Bueno, siempre he sido muy independiente. Tengo una especie de extraño sueño de libertad.
-¿Cómo es eso?
Ella desvió la vista hacia el firmamento en la ventana. En sus ojos brillaba una expresión de... ¿Esperanza?
-Algún día, no sé cuando, pero algún día me iré de aquí. Viajaré a Estados Unidos, estudiaré en la universidad y me valdré por mí misma. Y no voy a regresar.-Dijo, mirándome.
-¿Te irás de un lugar tan genial como este?
-¿Genial?-Repitió, casi en tono de burla.-Si supieras todo lo...
No logró seguir.
-¿Saber qué?
Hizo una mueca, como diciendo: "Hablé de más"
-No importa.-Dijo cortante.
Volvió a tenderse en su cama, esta vez más seria y sin ganas de hablar.
-Dijiste que confiabas en mí. Y ya me has ocultado cosas hoy.
-Todas esas son cosas sin importancia.
Cerró sus ojos y trató de dormir, ignorándome.
-A mí me importan.
No pude notar si abrió los ojos o no. Sólo vi cómo se estremecía al oír eso, incluso sin haber estado moviéndose.
"Pude entender cómo se sentía en ese momento. Yo no tenía idea de nada; no sabía realmente qué era lo que me importaba tanto. Ni siquiera sabía porqué me importaba. Pero, en el fondo, había una palabra para todo eso. Algo que podría explicar todo ese dolor que veía en sus ojos. Y el rechazo a su propia vida. Y su timidez. Y todo eso. Pero no me atrevía a decirla."
-¿En verdad te importa?
Asentí. Ella se levantó despacio.
-Guau. Sólo hay dos personas a las que les ha importado todo eso además de a ti.
-¿Quiénes? Ah, claro...
-Camila y Catalina. Mis mejores amigas. Se han quedado conmigo toda la vida, defendiéndome.
-¿De qué?
Ya tenía una sospecha, pero debía confirmarla.
-De mis compañeros.
"Han sido crueles conmigo desde hace ocho años. No me maltratan físicamente, pero me excluyen y me hacen sentir muy mal. Me dicen cosas, o me dañan con su silencio. En verdad no son todos, pero ya lleva tanto tiempo siendo así que ya no puedo evitar generalizar. Me han vuelto lo que soy ahora: No hablo con nadie de lo que hago o pienso. Tengo miedo de que me rechacen los demás también. Para ellos nunca tengo buenas ideas, ni vale mi opinión."
Sus ojos se humedecían al hablar.
-Antes le pedía ayuda a mi madre; siempre decía que haría algo. Que hablaría con sus padres o con mis profesores. Trataba de hacerme sentir mejor alabándome, diciéndome cosas lindas de mí, pero ¿Cómo iba a creerle con tanta gente convenciéndome de lo contrario todos los días de mi vida?
"Pronto dejé de creer en ella. Nunca me ayudó como lo necesitaba. Muchas veces buscaba soluciones diferentes, como cambiarme de colegio o enviarme al psicólogo para convencerme de todo lo que me decía. No quería cambiarme de colegio. Las burlas eran todo lo que conocía, y no creía que podría ser diferente en otra parte. Y los psicólogos no servían tampoco. Me examinaban un par de meses, y luego decían lo mismo que mi mamá: No hay nada malo contigo, el problema es el colegio, tienes que salir de ahí. ¡Vas a estar bien!"
Ya no podía contener su rabia.
-Ellas eran lo único bueno en mi vida. Siempre estaban conmigo. Ellas eran mejores para relacionarse que yo. Podrían haberme dejado y seguido adelante. Pero nunca me dejaron sola. Me defendían cuando los demás me trataban mal, trabajábamos juntas en el colegio, en las actividades en grupo, cuando nadie se juntaba conmigo. Me hacían sentir... Normal.
Sonrió al recordar.
-¿Sabes cuánto les debo? Si no fuera por mis amigas, quizás esta historia hubiera terminado hace años.
Eso me impactó.
-Tú...
-Sí. He pensado en el suicidio.
"Ése fue mi peor año. Tenía apenas nueve. Era muy pequeña para saber qué era eso. Sólo sabía que era matarse a sí mismo. Creí que podía terminar con todo. No fueron reales intentos. Era mi manera de expresar que si no terminaba pronto, quizás algo de verdad sucedería conmigo. Subía los casilleros y saltaba de ellos. Siempre caía de pie. A veces me amarraba toallas y tiraba de los extremos, llorando, cuando nadie me veía. Nadie lo sabe. Nadie lo supo jamás."
Tomó mi mano.
-Esto no lo puede saber nadie. Prométemelo.
Sequé sus ojos con mi pulgar.
-Lo prometo.
-¿En verdad?
-Palabra de explorador.
La hice reír con mi comentario.
-Sí, claro. Tú, un explorador.
-¿Por qué hablas de todo esto como si fuera pasado? Sé que te gustaría que fuera así, pero...
-Es que ya es pasado.
-No entiendo.
-El próximo año comenzaré en otra escuela.
-¿En verdad?
-Sí.
-Pero tú dijiste...
-¡Ya sé lo que dije!-Gritó bruscamente.
Su reacción me asustó. De inmediato ella se arrepintió de gritarme.
-Eso es parte de unos meses que las tres quisiéramos olvidar. Te lo contaré algún día, lo prometo, pero ahora ya es suficiente por una noche.
La miré fijamente.
-Muy bien.
Se dejó caer en su cama por última vez, sonriendo levemente.
-Buenas noches.
Aparté la mesa de la cama, me acerqué a ella y acaricié su mejilla.
-Buenas noches.
Ella me sonrió.
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